Lhardy un clásico de lo más actual y un icónico cocido que quita el sentido.

Begoña A. Novillo22/02/2023
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Hace años que conocí Lhardy, ese icónico restaurante de la capital madrileña que ha cumplido con creces los cien años y en el que personajes relevantes de la cultura, la aristocracia o la realeza han dejado huella.

Ahora, Lhardy sigue escribiendo su historia, con la misma esencia y filosofía que en sus orígenes en 1839, pero experimentando una nueva etapa inspirada en la cocina clásica, pero en la que se ha hecho una minuciosa revisión de las recetas legendarias y en la que se presta una atención especial a la excelencia en el comisariado y la selección de las materias primas. Todo ello, avalado por la experiencia y tradición de Pescaderías Coruñesas.

Así, sin perder la esencia que caracteriza al restaurante, Lhardy ofrece una propuesta gastronómica que combina platos de corte clásico, perfeccionados con materias primas de primera calidad, capitaneada por su clásico Cocido. Un plato que hoy adquiere el protagonismo de esta reseña.

El Cocido de Lhardy se caracteriza por el empleo de excelentes materias primas. En él encontramos una sabrosa y desengrasada sopa con fideos cabello de ángel, garbanzo de pico pardal de Castilla y León, verduras (repollo, patata y zanahoria) de Carabaña, chorizo de León, morcilla de arroz y secreto ibérico estilo Burgos (Casa Alba), longaniza trufada de cerdos de Euskal Txerri, tocino ibérico, morcillo de buey gallego, tuétano de vaca gallega, jamón ibérico de Huelva, foie del Ampurdán en escabeche, costilla ibérica de Sierra de Villuercas y relleno de cocido de ropa vieja. Todo este conjunto da lugar a un cocido delicioso que ha hecho historia.

Esta experiencia gastronómica culmina con un maravilloso toque dulce, el clásico Soufflé de Lhardy. Un postre incónico que pone el broche final a una experiencia única.

Lhardy sigue atrayendo las miradas del público en la Carrera de San Jerónimo. Asimismo, sus piezas de plata, menaje o cristalería, – auténticas reliquias objeto de deseo para los amantes de la gastronomía –, en algunos casos casi olvidadas, relucen hoy en el restaurante para ensalzar su trayectoria histórica.

Tras más de 180 años de buena cocina, en Lhardy se cuida al detalle desde la presentación de las mesas hasta el acabado del plato, con especial atención a los gustos y necesidades del cliente. No quiero olvidarme del magnífico equipo de sala, tan esencial en cualquier restaurante que se precie.

En definitiva, Lhardy se presenta como una oportunidad única para vivir una experiencia gastronómica de altura, en un ambiente romántico y elegante, cuya mágica atmósfera parece inalterable al paso del tiempo.

lhardy.com