
Gamberro, un lugar irreverente y divertido en el que la Gamba es protagonista.
Madrid en verano tiene un encanto especial. Las calles se vacían, las temperaturas suben y el ritmo se desacelera, lo mismo que el tráfico. Es el momento ideal para redescubrir la ciudad y dejarse llevar por su increíble oferta gastronómica, que no descansa ni en agosto. Cuando el asfalto aprieta, lejos de bajar la persiana, algunos de los restaurantes más originales de la capital se mantienen abiertos durante todo el verano transformándose en ese oasis perfecto.
Gamberro es la nueva dirección canalla que o puedes perderte. Con espíritu irreverente y sabor a salitre, Gamberro ofrece una propuesta gastronómica fresca, divertida y sin corsés. Su local principal, en la madrileña Plaza de Olavide, marca el pulso de una nueva forma de entender las marisquerías: más canalla, más libre y sobre todo, más gamba.
Gamberro no pretende ser una marisquería más, sino todo lo contrario: es la versión desinhibida, cercana y moderna de aquellos templos del marisco que siempre parecieron reservados a ocasiones especiales. Su filosofía es clara: democratizar el marisco -y sobre todo las gambas- sin renunciar al producto, al sabor y a chuparse los dedos. Rinde homenaje, sin filtros ni remilgos, al gran protagonista de su carta: la gamba. Rojas, blancas, de Huelva… aparecen en casi todas sus formas posibles, al natural, cocidas, a la plancha, fritas, al ajillo, a la gabardina, en salpicón o en su ya emblemática ensaladilla en versión gamb-erra, donde el juego de palabras se convierte también en una declaración de principios.
A su lado, un desfile de clásicos reinventados y bocados con alma de barra que hacen del tapeo un arte mayor: no faltan las gildas que comparten vitrina con boquerones en vinagre “de los de verdad”, tomates de temporada con bonito en escabeche, o salpicones. En el apartado dedicado al marisco, se posicionan las Ostras Gillardeau nº5 a precios amables, las zamburiñas picantonas siempre o los mejillones al vapor —o con una salsa picantita que les cambia el gesto. Todo acompañado de cervezas bien frías y buenos vermuts para disfrutar en local, barra o terraza.
En Gamberro todo puede suceder. Desde un chatka roll (la versión gamberra del famoso lobster roll), hasta un soberbio steak tartar con gilda de anchoa o una croqueta de chorizo ibérico con huevo de codorniz que se merece un aplauso. No falta el saam de colitas de langostino en tempura —un imprescindible del grupo Barbillón que aquí se presenta con nueva actitud—, el brioche de tartar de atún con salsa rabiosa, unas bravas tan gamberras como su nombre, o huevos fritos con pulpo al ajillo o con chipis a la andaluza o con un delicioso tartar de atún con trufa.
La carta se completa con una sección muy a tener en cuenta: La Molletería. Aquí se puede elegir entre el mollete de tataki de atún con huevo frito y mahonesa de ají amarillo; el de solomillo al ajillo con jamón ibérico y mahonesa de trufa; el de carrillera guisada con parmesano o el de cachopo de presa con salsa de cabrales, para los más valientes. Opciones todas de corte canalla y sin miedo al disfrute.
Y si la fiesta necesita un cierre dulce, la casa no decepciona. Entre los postres, destacan dos clásicos ya imprescindibles: la tarta árabe, cremosa, especiada y sorprendente, y una tarta de queso de las que conquistan desde el primer bocado.
Su interiorismo refleja esa actitud gamberra con un espacio fresco, vibrante y sin pretensiones, presidido con una gran barra central roja —símbolo y corazón del proyecto— que marca el ritmo de un ambiente en el que conviven lo castizo, lo contemporáneo y un puntito de insolencia.
Además del buque insignia en Olavide, Gamberro cuenta con un segundo espacio Gamberro Barra Canalla, situado en Calle de Goya, 82, con una propuesta más reducida tanto en carta como en espacio, pero manteniendo intacto el espíritu rebelde del proyecto.
Gamberro es taberna, es mar, es calle, es Madrid. Pero, sobre todo, es una nueva forma de disfrutar del producto con desparpajo y sin etiquetas. Una cocina sin trampa ni cartón, con el sabor a mar como bandera y la gamba como su reina.